La semana pasada acogimos durante unos días a Yuma, una cachorrita abandonada. Al principio se asustaba cuando corría a acariciarla y se escondía, luego nos hicimos amigos. Dicen las malas lenguas que tenía celos de ella, y que si la tenían papá y mamá en brazos iba corriendo a llamar su atención. Pero podéis ver en las fotos todo lo que la quería. Ahora ya tiene un hogar definitivo y mamá respira tranquila, dos cachorros corriendo detrás de ella todo el día era un poco demasiado.
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